Uno de los animales más voraces y malas pulgas de la Antártica podría transformarse en un residente habitual de las frías aguas magallánicas.
Se trata de la foca leopardo, considerada el equivalente austral del oso polar, es decir, uno de los depredadores principales del continente helado junto con la orca o ballena asesina.
Según un reciente estudio científico, entre la laguna San Rafael y el canal de Beagle se han observado 79 individuos en los últimos nueve años. En contraste, entre 1927, época del primer ejemplar observado en aguas continentales, y 2002, sólo se habían visto 27.
La investigación, realizada por el Instituto Antártico Chileno (Inach), la Fundación Centro de Estudios del Cuaternario (Cecua), el Museo Municipal de San Antonio y el Instituto de Oceanografía de la Universidad de Río Grande (Brasil), se presentó durante la VII Reunión Chilena de Investigación Antártica, que se realizó el mes pasado en la Universidad Adolfo Ibáñez, en Santiago.
El estudio revela que incluso se han detectado unos pocos ejemplares aislados en aguas más cálidas como Corral, las playas de Chile Central e Isla de Pascua. Pero es poco probable que esos animales se asienten en esos lugares tan lejanos de su hábitat habitual, dice Anelio Aguayo, experto en mamíferos marinos del Inach, quien encabezó el trabajo. "Es un animal que no puede vivir sin hielo porque es totalmente antártico y, a diferencia de otras focas, no vive en grandes grupos sino que es solitaria", señala el científico.
Por eso considera que nuestra zona austral le resulta muy favorable para asentarse debido al clima y la abundancia de alimento.
En observación
Magallanes contiene una alta biodiversidad de peces, aves y mamíferos marinos, de los cuales varios de ellos son presas habituales en la Antártica, como son los lobos finos y pingüinos. "Aunque no sabemos con certeza cuáles son las presas que están consumiendo en la región, sin duda la alta disponibilidad de pingüinos, crías de lobos marinos, krill, peces y langostinos serían las probables presas", explica el biólogo del Cecua, Jorge Acevedo, otro de los autores del estudio.
No obstante, estima que la presencia de la foca leopardo no sería de gran impacto en el ecosistema austral. "La colonia de focas leopardos en Magallanes es muy pequeña en comparación con aquella que habita en la Antártica".
Lo que falta demostrar ahora es que el animal se está reproduciendo en esa área, especialmente en las aguas adyacentes a la cordillera de Darwin, donde se han observado ejemplares juveniles y adultos. Para eso planean una campaña de observaciones y obtención de muestras durante todo el próximo año. "La hemos visto todos los meses, pero no tenemos observaciones sistemáticas. Queremos ir todos los meses para confirmar que permanece todo el año y se está reproduciendo", cuenta Aguayo.
El investigador no descarta que la presencia del animal obedezca a una memoria genética de cuando esta área estaba cubierta por hielos eternos durante la última glaciación. Para eso también están trabajando con información de ADN de la foca leopardo, obtenida a través de biopsias de piel. Residente de cuidado
Aunque los ataques de la foca leopardo a humanos son raros, al menos uno tuvo consecuencias fatales. En 2003, un biólogo marino británico fue arrastrado bajo el agua por una mientras hacía snorkel. En Chile, en 1996 "El Mercurio" consignó el ataque de uno de estos animales a un buzo que se encontraba mariscando en Puerto Zenteno, al norte de Punta Arenas. "Al tirar la cuerda hacia la lancha pesquera para que pudieran subirlo, la foca leopardo le mordió una pierna, quedando con restos del traje de goma en el hocico", señalaba la nota.
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