Enfermedad fue introducida a territorio rapanuí a fines del siglo XIX, se presume que por isleños repatriados desde Tahiti. En 1986 los enfermos dejaron de ser segregados. MAURICIO SILVA El último pascuense que vivía las secuelas de la lepra, enfermedad introducida a Isla de Pascua a fines del siglo XIX, falleció el martes y ayer fue sepultado en el cementerio del antiguo leprosario del lugar, donde pasó gran parte de su vida.
Papiano Ika Tuki era un artesano y agricultor de 83 años, que a los 15 años de edad fue recluido en el leprosario de la isla y del que recién pudo salir 41 años más tarde. Fue en 1986, cuando el Ministerio de Salud declaró que la enfermedad ya no era un peligro para la sociedad y el lazareto fue clausurado y demolido, recordó ayer el alcalde Pedro Edmunds Paoa.
Pese a que había perdido sus manos como secuela de su enfermedad, un formón atado con una prótesis de cuero a su muñón le permitía seguir tallando artesanías en madera con una gran destreza.
Ayer, sus familiares y numerosos vecinos de la isla, encabezados por el alcalde, asistieron a su sepultura. Fue enterrado en el cementerio del ex leprosario, lo único que sobrevive de su infraestructura. Para ello, el municipio debió conseguir una autorización extraordinaria de la Seremi de Salud de Valparaíso para reutilizar por esta única vez el camposanto ya clausurado.
"Se accedió a la petición que el propio Papiano formuló en vida. En ese lugar pasó gran parte de su existencia, y allí están sepultados su mujer y su familia más directa", explicó Edmunds.
Desde Polinesia
Se presume que la enfermedad fue introducida en la isla por pascuenses que vivían en Tahiti y Mangareva (Polinesia). "Se cree con bastante fundamento que llegó con la repatriación de éstos, organizada por Policarpo Toro durante el proceso de toma de posesión de la isla", afirmó el director del Centro de Estudios Rapa Nui de la U. de Valparaíso, José Miguel Ramírez.
Ramírez agregó que la falta de tratamientos eficaces hasta avanzado el siglo XX facilitó su propagación entre los isleños, iniciándose un "trágico ciclo" que estuvo marcado por decisiones en materia de salud pública: segregar a los enfermos en leprosarios y prohibir la salida de los pascuenses de la isla, para evitar que la lepra llegara hasta el continente.
"Se implantó esta colonia en la que fue confinada mucha gente por tener manchas que despertaban sospechas, pero que realmente no tenían esta enfermedad", dijo el experto.
Así lo reafirmó el presidente del Consejo de Ancianos, Alberto Hotus, quien trabajó como enfermero en el lazareto levantado en 1952 y que reemplazó al anterior levantado en 1917. En el establecimiento, que llegó a albergar una cifra oficial de 34 enfermos, estuvo tres años.
"Según los especialistas, si en una casa vivían 10 personas y dos estaban enfermos, todos estaban contagiados. Con eso, se llegó a tener 300 enfermos", recordó. Dijo que cambiar esa política costó muchos viajes al continente junto a los encargados del leprosario. Hotus sí se mostró de acuerdo con las restricciones migratorias.
"Hubo quienes trataron de burlar la prohibición, escapando de la isla en botes. Entre ellos un cuñado y un tío, de los que no supe nunca más", aseveró.
30 collares y reliquias en piedra y madera tallada de la década de 1930 devolvió ayer a Isla de Pascua la Municipalidad de Valparaíso. La colección perteneció al ex intendente de Valparaíso e impulsor del leprosario de 1952, Humberto Molina Luco, y luego a la Liga Marítima de Chile, organismo que la donó al municipio.
Fuente: http://aguamarket.blogspot.com/2013/01/muere-ultimo-pascuense-que-estuvo.html