Expansión Andina 244, el proyecto que busca ampliar la División Andina de Codelco, a cuatro mil metros de altura, a unos 45 kilómetros de Santiago, en el límite entre las regiones Metropolitana y de Valparaíso, es una iniciativa de números grandes. Con US$ 6.800 millones, es la mayor inversión minera que se está evaluando en Chile actualmente y es la cifra más alta en la historia de la empresa estatal para un solo proyecto, el único -de los cinco que tiene definidos como estructurales en su plan de inversiones- que si se concreta permitirá ampliar la producción de cobre de la compañía, ya que los demás la mantendrían en el nivel actual.
El número que lleva en su nombre revela el objetivo central: elevar la producción del yacimiento desde las actuales 92 mil toneladas diarias a 244 mil. Con eso, la compañía estatal podrá incrementar la producción de cobre fino desde 250 mil a 600 mil toneladas al año. Con eso, también, a través de operaciones a rajo abierto y subterráneas, podrá extender su vida útil en 65 años. La construcción de Andina 244 -que la empresa espera comenzar en 2014- generará 18 mil empleos en seis años y aportará en sus primeros 15 años de funcionamiento unos US$ 10 mil millones al Estado, el triple de lo que ha implicado la reconstrucción de las viviendas dañadas por el terremoto del 27-F, según destaca la minera.
Las obras de expansión pasan por 13 comunas, de cordillera a mar: Los Andes, San Esteban, Calle Larga, Lo Barnechea, Colina, Tiltil, Llayllay, Hijuelas, La Calera, La Cruz, Quillota, Puchuncaví y Quintero. El recorrido es similar al que sigue el río Aconcagua, que tiene como uno de sus principales afluentes al río Blanco, que nace a los pies de la mina.
Ahí es donde nace también un motivo de insomnio de los agricultores del valle, que en los últimos años ha enfrentado serios problemas hídricos.
Temen que la ampliación de la mina, que afectará directamente a seis glaciares, los deje sin agua. Temen que el proyecto se apruebe sin tomar los resguardos necesarios para asegurar la calidad de las aguas de la cuenca.
Temen que la necesidad de la empresa por ampliar la producción de cobre, que es “el sueldo de Chile”, ponga en jaque al desarrollo de la agricultura en la zona.
El impacto en el agua el Aconcagua es uno de los valles clave y más tradicionales de la producción agrícola nacional. Con un volumen de 326.834 toneladas de exportaciones de fruta en la última temporada, por sí solo representa la séptima parte de los envíos nacionales del sector, de acuerdo con datos de Asoex. Y no solo eso, ya que en alimentos procesados sus exportaciones son siete veces mayores en volumen que las del resto de Chile.
En los últimos años, el valle ha estado afectado por la sequía. Tanto que, ante la falta de agua, en 2012 la Dirección General de Aguas (DGA) decretó como zona de agotamiento a la primera sección del río, la más cercana a la cordillera… Y a Andina.
En abril de este año, como parte del proceso de participación ciudadana que se abrió luego de que Codelco presentara el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) de Expansión Andina 244 en enero -por segunda vez, ya que ingresó un primer estudio en septiembre de 2011 y lo retiró dos meses después- fue justamente la Junta de Vigilancia de la Primera Sección del Aconcagua la que actuó como la voz del agro al contratar a la Consultora Ecológica del Norte (Econorte) para analizar el estudio. El resultado fue un documento con 163 observaciones, todas enfocadas en el agua, al que apoyan las agrupaciones de agricultores de distintas zonas del valle.
Los planteamientos del texto forman parte de las más de dos mil observaciones de distinto tipo que le hicieron organismos públicos, privados y ciudadanos a la iniciativa de Codelco entre febrero y abril de este año. Las del aspecto hídrico van por dos carriles paralelos: la cantidad y la calidad, tanto en las aguas superficiales como en las subterráneas. Abarcan desde temas fundamentales, como el no reconocer impactos significativos hacia los recursos hídricos -lo que hace que no sea necesario para la empresa proponer medidas de mitigación o de compensación en ese ámbito- hasta puntos más técnicos, como pedir que Codelco incorpore estaciones meteorológicas para medir precipitaciones a mayor altura geográfica, sobre los cuatro mil metros, donde hoy no existen.
El primer aspecto es el que concita más críticas. Los agricultores no entienden cómo un proyecto que va a intervenir seis glaciares de roca, que según expertos actúan como reserva de agua para los años en que no hay precipitaciones -de los cuales cinco se verán afectados en forma parcial por la ampliación del rajo de la mina y uno será cubierto por un botadero de material estéril-, no considera el aspecto hídrico como significativo.
“Nos parece ridículo (que no lo hagan)”, asegura Luis Macchiavello, presidente de la Asociación de Agricultores de Quillota y Marga Marga (la sección más cercana al mar), refiriéndose a que no se le asigne una alta importancia al tema del agua. También critica que Codelco no tenga en su estudio de impacto ambiental una modelación sobre cómo se va a relacionar la nueva oferta y demanda del recurso hídrico a lo largo de todo el valle, sino solo para la zona declarada por ellos como de influencia, la más cercana al proyecto.
“La intervención de los glaciares y de cientos de hectáreas en la extracción del mineral, sumado al efecto que tendrá en los glaciares que rodean al proyecto, justo donde nace el río Blanco, afectará considerablemente al caudal del Aconcagua, especialmente en verano, cuando requerimos más agua”, reclama.
A eso se suma el presidente de la asociación de agricultores de Los Andes, Rodrigo Echeverría. “Nos parece que se ha ocultado la realidad del efecto (de intervenir glaciares)”, dice, y agrega que para la gente de la zona, el EIA que presentó Codelco resulta poco creíble, porque no se suman los efectos de la mina que ya se está explotando al que tendrá la ampliación. “Para nosotros el que se toquen glaciares es algo muy peligroso y el impacto se está cuantificando de una manera irrisoria”, precisa.
Cuestionan metodologíaLa minera tenía plazo hasta septiembre para responder a las observaciones ciudadanas, pero a mediados de agosto pidió extender el plazo hasta el 27 de diciembre, argumentando que necesita más tiempo para aplicar nuevas metodologías y profundizar en medidas de mitigación y compensaciones.
Respecto de los cuestionamientos de los agricultores por la magnitud del impacto hídrico, el gerente de sustentabilidad del proyecto Expansión Andina 244, Juan Carlos Jofré, explica que la metodología con la cual se hizo el estudio -a cargo de Gestión Ambiental Consultores (GAC), empresa que dirige Ricardo Katz- arrojó que no era significativo el tema del agua.
“Se evaluó el impacto. Se identificó que era negativo, pero que no era significativo, porque lo que estamos extrayendo es de un acuífero subterráneo, que está desconectado de la cuenca del Aconcagua”, señala Jofré.
En cuanto a la zona de influencia que definieron para evaluar los efectos de la ampliación de la mina, el gerente de sustentabilidad d
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