11/01/2014
Hoy, los científicos no solo se preocupan de las enormes masas de plástico que flotan en los océanos. Este material, además de contaminar las aguas en forma de botellas o bolsas, también lo hace como desechos de pasta de dientes o de exfoliantes para la cara. Además, estos residuos son ingeridos por los peces y, eventualmente, por el hombre.
Probablemente el pan que comió al desayuno venía en una bolsa plástica, así como el envase de la margarina, y el jamón y el queso. Pero también había plástico en el exfoliante para su cara y en la esponja que usó para lavar los platos. Todo tiene plástico.
Se puede reciclar todo aquello que podemos ver, pero no necesariamente lo que no. El problema del plástico es mundial, rebasa los rellenos sanitarios, los vertederos; los mares y lagos. Pero ahora los científicos están poniendo el foco en otra dimensión.
Se trata de los microplásticos, pequeños granos de solo milímetros que se desprenden de lo que utilizamos o que es el resultado de la degradación de pedazos más grandes. Son tan pequeños que casi no se ven, por lo que nadie los había notado hasta ahora. La interrogante es qué tan grave es su contaminación y si la ciencia puede hacer algo para deshacerse de ellos.
Los grandes lagos
Durante dos veranos, la química ambiental de la Universidad Estatal de Nueva York Sherri A. Mason se dedicó a sacar muestras de sedimentos de los grandes lagos de América del Norte. Para su sorpresa, entre la arena y arcilla, encontró pequeños granitos de plástico a los que, bajo el microscopio, incluso podían verse sus colores.
Dichos microplásticos incluso llegaron a ser el 60% del total de algunas muestras.
Además de la contaminación en sí, estas pequeñas partículas son confundidas por los peces y otras especies con el plancton, su principal alimento, por lo que los científicos suponen que dichas partículas estarían siendo ingeridas por la fauna. La misma que muchas veces es, a su vez, consumida por el hombre. Si esto tiene consecuencias o no para la salud humana aún está por determinarse.
Actualmente, el mundo produce cerca de 260 millones de toneladas de plástico al año, cuenta Rodrigo Domínguez, docente de prevención de riesgos de la Universidad Técnica Federico Santa María. "Según recientes estudios científicos, una parte importante de aquel plástico desechado termina en los ambientes marinos, llegando a constituir un 80% de toda su basura".
Hasta ahora, la mayoría de los estudios se concentraban justamente en esta masa de plásticos -que muchas veces forma verdaderas islas- que van a la deriva con las corrientes marinas. Pero no en esta nueva variedad.
Teresa Velilla, académica de la Facultad de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad Andrés Bello, explica que los microplásticos son pequeñas partículas que tienen desde pocos centímetros hasta algunos micrómetros. Y se pueden clasificar en dos.
"Pequeñas esferitas o perlas que se utilizan en productos cosméticos o en abrasivos industriales y que van a dar a los ambientes naturales por negligencia, mala disposición de la basura o vertido de aguas residuales", detalla. "Y los trozos de plástico provenientes de la rotura y/o degradación de artículos de gran tamaño, como mangas o cubiertas usadas en agricultura, botellas y otros, que por la disposición de basura en lugares no autorizados van a dar al medio ambiente".
Una mezcla de ambos es lo que habría encontrado Sherri A. Mason en su estudio, aunque las dimensiones del problema están lejos de ser claras. "No tenemos idea de qué tan grave es esto", asegura a "El Mercurio" la investigadora.
Una mezcla de ambos es lo que habría encontrado Sherri A. Mason en su estudio, aunque las dimensiones del problema están lejos de ser claras. "No tenemos idea de qué tan grave es esto", asegura a "El Mercurio" la investigadora.
"La contaminación por microplástico debería ser más grave cerca de las fuentes donde se origina -en ríos y lagos- que en los océanos. Aunque estos sistemas de agua dulce son el principal objetivo de la investigación de este tipo de contaminación, no ocurre lo mismo con los océanos, por lo que es realmente imposible saber cuán grave y extendido es el problema", asegura. "Dado el tamaño de las partículas y su capacidad de migrar dentro de la cadena alimenticia, indudablemente es causa de preocupación y es necesario realizar mucha más investigación".
Carlos Bonilla, profesor del Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental e investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable Cedeus de la UC, explica que los microplásticos tienen la particularidad de enmascararse con los sedimentos. "Por ello se trata de un contaminante que de cierta manera está camuflado, lo que claramente hace mas complejo su tratamiento".
Tanto es así que incluso Suiza, uno de los países con leyes más fuertes contra la contaminación, ejemplifica Raimundo Bordagorry -investigador del Centro de Energía y Desarrollo Sustentable de la Universidad Diego Portales- también tendría este problema, según estudios preliminares.
Múltiples factores
Los especialistas concuerdan en que una de las formas más fáciles de detener en cierta medida el problema es dejando de descargar los microplásticos a las aguas. Pero reconocen que no es simple.
Si bien muchas empresas internacionales de productos cosméticos están migrando del uso de las perlas de plástico a materiales naturales -como granola o cáscaras de nueces molidas- el proceso es lento y, además, no son la única fuente de generación.
Raimundo Bordagorry cuenta que al lavar la ropa de fibras sintéticas estas sueltan microplásticos, lo mismo pasa con cada uso de la esponja para lavar los platos. Simplemente son actividades cotidianas. "Hay una cultura de uso asociada que no es fácil de cambiar", opina el investigador.
Por ello, otra forma de ataque en paralelo sería el tratamiento de las aguas, tanto de las plantas dedicadas a ello como de las industrias. Pero esto no es menor. Teresa Velilla lo ejemplifica con el agua residual de una planta que genera microplásticos entre sus residuos y que debe cumplir la norma chilena. "Los trozos de mayor tamaño (del orden de milímetros) pueden ser removidos en un proceso de filtración estándar, que tiene cualquier planta de tratamiento de aguas", dice. "Pero los trozos de menor tamaño (del orden de micrómetros) no serían removidos. Para hacerlo se debería usar un proceso de ultrafiltración, que utiliza membranas y tecnología más cara".
Ahora, agrega, si se desea remover microplásticos de un curso de agua o del mar, es aún más difícil. Esto no solo por las dimensiones de la tarea, sino también por la movilidad de dichas partículas.
Carlos Bonilla explica que todos los sistemas hídricos están interconectados y los ríos pueden llevar los contaminantes a todas partes. En ellos puede quedar parte de los microplásticos, pero en el caso de los lagos, estos se vuelven parte del sedimento. "Tratar de limpiarlos podría cambiar las condiciones del fondo, donde también hay habitantes y sedimentos útiles para la vida del lago", dice.
Por eso Sherri A. Mason opina que el foco principal debe estar en la prevención de la contaminación más que en la extracción de lo ya desechado. "Los microplásticos son un aspecto innecesario de muchos de los productos de consumo modernos, por lo que pueden ser eliminados. Luego de eso, podemos empezar a discutir sobre la descontaminación", dice.
Fuente: el mercurio