Los acuíferos de mayor producción de agua, se encuentran en la Formación San Salvador, la cual pertenece a los períodos Pleistoceno Superior y Holoceno. La Formación San Salvador está constituida por materiales corrientes de lava fracturada y por depósitos aluviales con ciertas intercalaciones de materiales piroclásticos. Los acuíferos de mediana productividad corresponden a la Formación Cuscatlán, la cual pertenece al período Pleistoceno Inferior y consiste básicamente en sedimentos fluvio-lacustres y en productos efusivos básicos, tales como corrientes de lava, aglomerados, tobas fundidas, escorias y cenizas volcánicas. El basamento de los acuíferos del país lo constituyen los materiales consolidados e impermeables de la Formación Bálsamo, la cual pertenece al período Plioceno. La Red de Agua y Saneamiento de El Salvador aglutina a más de 30 instituciones (nacionales e internacionales) vinculadas a la prestación de servicios de agua y saneamiento con acciones en el país. Por su parte, la Red de Desarrollo Local, incluye organizaciones que centran su trabajo en la promoción y acompañamiento de procesos de desarrollo local y descentralización. El Salvador tiene un régimen de lluvia nada despreciable, 1800 mm por año, sin embargo enfrenta serios problemas entre sus usuarios enmarcándose en un conflicto institucional, y aunque se ha identificado la necesidad de crear un ente rector, su proceso de creación ha sido al margen de las necesidades de un subsector, para tal efecto, subsector agua potable, que también está queriendo ser enmarcado en la lógica de reforma de Estado dentro de la corriente de programa de ajuste estructural. La necesidad de un proceso participativo amerita no sólo la participación en información sino también en concertación y más aun en cogestión, teniendo claro la estrategia de gestión integrada del recurso hídrico. Movimientos de sociedad civil son importantes para garantizar la construcción de estos espacios pero también el gobierno central y local deben de dar su aporte para la definición de políticas relacionadas al recurso hídrico.
Según los datos existentes a nivel nacional, con una precipitación media anual de 1,813 mm, se estimó entonces que en El Salvador se precipitaban casi 57 mil millones de metros cúbicos cada año. Debido a la evaporación y transpiración, del volumen precipitado por año, se estimó que unos 21 mil millones de metros cúbicos eran potencialmente utilizables. Del volumen total, se consideró que dos tercios correspondían a la Cuenca del Río Lempa.
La naturaleza y composición de los distintos materiales geológicos determinan la capacidad de infiltración del agua y las principales zonas de recarga del país. Las distintas formaciones acuíferas pueden asociarse a las tres zonas estructurales importantes: las sierras del Norte, la Fosa Central y la planicie costera del Pacífico (Ver Mapa en anexo).
Las principales fuentes del agua subterránea en El Salvador corresponden a acuíferos en estratos geológicos recientes (cuaternarios), constituidos por materiales volcánicos (corrientes de lavas y piroclastos) y depósitos aluviales no consolidados. Generalmente, las zonas de recarga de los acuíferos se encuentran en los centros de erupción volcánica de San Salvador, Santa Ana, San Miguel, San Vicente y Conchagua, así como en zonas de depósitos aluviales ubicadas en los márgenes del Río Lempa y en las zonas costeras de los departamentos de La Paz, Usulután, Ahuachapán, Sonsonate y la Unión. Existen además acuíferos en áreas cercanas a los lagos de Coatepeque e Ilopango.
Existen algunos esfuerzos por determinar la delimitación geográfica (extensión) y caracterización de ciertos acuíferos y un conjunto importante de estudios puntuales en diversas zonas del país, pero todavía se carece de estudios suficientemente detallados que permitan obtener una información confiable sobre la disponibilidad de agua subterránea en el país. En términos muy generales, se ha estimado que la recarga por precipitación es de unos 2,000 millones m3/año. Sin embargo, es necesario realizar estudios hidrogeológicos para llegar a determinar con mayor precisión esa cantidad, además de determinar la influencia que tienen los flujos de retorno de la escorrentía superficial en la recarga total.
Reforma de participación sin participación
No ha sido fácil reconocer la problemática del recurso hídrico en el país, pero dentro del marco de modernización del Estado y participación del sector privado, el sector hídrico se ha identificado como un nicho nada despreciable de absorber, se dice absorber en el entendido que es dentro de un marco de ajuste estructural del modelo neoliberal impulsado por organismos internacionales (BID, FMI).
Es en 1993, con apoyo de USAID que se formula una propuesta de creación de Secretaría de Gestión Integrada del Recurso Hídrico adscrita a la Presidencia, pero no tiene respuesta alguna, quedándose solo como propuesta. Es hasta 1997 que se define la orientación de esta reforma que sirve de base para gestionar financiamiento con el BID para la creación del marco legal e institucional del sector hídrico.
El préstamo por US$ 43.7 millones y dos cooperaciones técnicas no reembolsables por US$ 3.9 millones, que fueron aprobadas por el BID en mayo de 1998, y que se espera el cumplimiento de las condiciones para efectuar los desembolsos.
Si bien el gobierno se aclaró acerca de la orientación y modelo a seguir para la reforma hídrica, paralelamente también ha existido un esfuerzo importante liderado por la Red de Agua y Saneamiento de El Salvador y la Red de Desarrollo Local, en el que se ha buscado aportar a la reforma del sector hídrico. De esa manera, ambas redes impulsaron el Programa de Promoción y Aporte al Proceso de Reforma del Sector Hídrico, financiado por AID a través del Proyecto Agua. En el marco de ese programa, ambas redes resaltaron la necesidad de impulsar un proceso de reforma transparente, flexible y participativa, cuyo objetivo principal es el uso y protección racional, eficiente y sostenible del recurso hídrico y el acceso equitativo al mismo.
En ese contexto, el rol de ambas redes ha consistido en debatir y aportar al paquete de reforma del sector hídrico, promoviendo el intercambio de experiencias de gestión de sistemas de agua en el país, sobre todo rurales; facilitando el apoyo y asesoría de consultores, funcionarios y especialistas internacionales que han acompañado el análisis y debate de la reforma; así como identificando y proponiendo elementos claramente ausentes en el paquete de reforma liderada por ANDA y la Secretaría Técnica de la Presidencia.
Proceso participativo y concertado
La gestión del recurso hídrico conlleva a reconocer su multiobjetivo y su multiuso, generando una diversidad de usuarios que exige una coordinación intra e interinstitucional. Y sólo a través de procesos participativos se avanzaría en la disminución de conflictos tanto económicos, sociales como ambientales.
Se está claro que es un proceso que permite no sólo trabajar en diferentes fases sino que se amplía la visión del problema a resolver. Sin embargo, antes de avanzar hacia la determinación de un planteamiento, es necesario destacar las etapas que en todo proceso de participación se debe tener:
§ Información, la información es clave para todos los interesados en el tema, para poder opinar, y participar debe contar con la información, se debe tener simetría en la información.
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