Según los resultados preliminares de un censo marino revelados el 23 de Octubre, los océanos del mundo albergan más de 210 mil formas conocidas de vida. El sondeo, que estará completo en el 2010, tiene un costo de US$ 1.000 millones y es realizado por científicos de más de 50 países, los que están reunidos en EE.UU. para planear los próximos siete años de estudios.
"El censo es un intento para conocer el campo de juego. Espero que en el 2010 sepamos tanto sobre la vida en los océanos como en la superficie", dijo Ron O'Dor, un experto canadiense en pulpos y coordinador del proyecto (coreocean.org). De acuerdo con los expertos, pese a que la mitad de los 6,3 mil millones de habitantes del planeta vive en zonas costeras, las grandes profundidades de los mares -que cubren el 70% del globo- siguen siendo desconocidas.
Los científicos informaron que cada año se hallan casi 160 nuevas especies de peces y se catalogan 1.700 animales y plantas. Aunque se cree que la cifra final de formas de vida marina será 10 veces superior a las 210 mil, hay alarma por la cantidad de especies que desaparecen debido a factores como la polución. Es el caso de los grandes peces, cuya población ha caído casi un 90% durante el último siglo.
Fuente: La Tercera Fecha edición: 24-10-2003 Antecedentes
Océanos sin peces
La destrucción de la vida en los océanos ha alcanzado proporciones alarmantes, según un informe publicado en la revista Science de Estados Unidos.
A medida que disminuye la captura de peces en los océanos, surgen nuevas tendencias que aceleran el proceso de agotamiento.
Si no se adoptan medidas urgentes para detener este proceso, nuestros hijos heredarán océanos sin peces. Por Peter Montague
La destrucción de la vida en los océanos progresó más allá de toda sospecha, de acuerdo con un nuevo informe de la revista estadounidense Science, la publicación oficial de la Asociación Estadounidense para el Progreso de la Ciencia. Las causas son la pesca excesiva y la contaminación, pero el informe se concentra en la primera.
La captura mundial de peces en los océanos alcanzó su pico en 1989 y comenzó a declinar desde entonces. A comienzos de los años 90, varios científicos informaron que 13 de los 17 mayores bancos de pesca del mundo estaban agotados o en franca disminución. Un ejemplo típico es el de los Grandes Bancos situados fuera de la costa de Newfoundland, en el Atlántico norte. Allí, luego de 350 años de explotación comercial, el abadejo, el bacalao y la platija casi desaparecieron, y la pesquería fue oficialmente cerrada hace algunos años.
El agotamiento de las especies más demandadas de peces dio lugar a tres tendencias que se agregan a los problemas de los océanos: (1) los pescadores adoptan nuevas tecnologías que (2) les permiten pescar en aguas más profundas y (3) llegar a niveles inferiores de la cadena alimentaria. Nuevas tecnologías
Los radares permiten a los barcos pescar en la niebla y en la oscuridad; los sonares ubican a los peces con precisión, y los satélites de posicionamiento geográfico localizan sitios productivos de modo que los buques puedan volver a ellos. Mapas militares antiguamente secretos revelan características ocultas de la profundidad oceánica, como montañas, que están asociadas a corrientes de agua ricas en nutrientes, donde los peces abundan. Con la ayuda de enormes redes hechas con materiales nuevos y más fuertes, los barcos pesqueros modernos, guiados con sistemas electrónicos, pueden literalmente barrer los océanos, y eso es justo lo que está sucediendo. Como resultado, los peces están desapareciendo, y también las empresas pesqueras familiares que solían dominar la industria. Estos buques arrastran por el agua redes de nylon de varios kilómetros de largo y capturan todo lo que hay a su paso: de una sola vez pueden atrapar hasta 400 toneladas de peces. Además, permanecen en alta mar por varios meses procesando y congelando su captura, lo cual les otorga una gran ventaja sobre otros barcos más pequeños que salen y vuelven a puerto en poco tiempo. Aproximadamente 40 por ciento de lo que pescan estas supertraineras se considera "desecho" y se devuelve al océano. Se llama "pesca colateral" y, según el periodista investigador Jeffrey St Clair, puede incluir leones marinos (especie amenazada), focas y especies de peces no deseadas. Sólo en el noreste del Atlántico, la pesca colateral asciende a 3,7 millones de toneladas por año. Aguas más profundas
Los buques de arrastre están utilizando tecnología desarrollada por los militares para pescar en zonas de hasta una milla de profundidad y capturar especies que pocos hubieran considerado comestibles o útiles hace una década. Ahora que las pesquerías llanas están en franca decadencia, redes provistas de ruedas y rodillos son arrastradas por el lecho de los profundos océanos y atrapan todo lo que encuentran a su paso, de cualquier tamaño. Calamares, rayas, abadejos azules, cangrejos rojos, camarones de profundidad, quimeras, anguilas, merluzas azules, peces sable, pescadillas azules del sur y cazones espinosos, entre muchos otros, son capturados y vendidos en restaurantes, convertidos en "bastoncillos de pescado" en McDonald’s o en falsa "carne de cangrejo" para ensaladas de mariscos.
Parte del problema es la ignorancia de los consumidores. Por ejemplo, el hoplostethus atlanticus (llamado en inglés "orange roughy"), que habita hasta a una milla de profundidad en las frías aguas cercanas a Nueva Zelanda, comenzó a aparecer en las pescaderías y los menús de restaurantes finos de Estados Unidos hace sólo una década, pero en ese corto lapso la especie se volvió amenazada de extinción. Ahora, los científicos han aprendido que las especies que habitan en aguas frías y profundas crecen y se reproducen con lentitud. El hoplostethus atlanticus, por ejemplo, vive hasta 150 años y sólo empieza a reproducirse a los 30. Recientemente, las principales reservas de la especie cerca de Nueva Zelanda se agotaron. Sin embargo, todavía está disponible en pescaderías de Annapolis, Maryland, a 18 dólares el kilogramo, y no hay ninguna señal que indique a los consumidores que la especie está amenazada. "La gente no comería rinoceronte u otra criatura terrestre que sabe en peligro de extinción, pero come pescados como éste porque no tiene idea de lo que sucede", señaló Mike Hagler, experto en pesquería de Greenpeace, en Auckland, Nueva Zelanda.
Más abajo en la cadena alimentaria
Las cosas están peor aún. El nuevo informe de Science demuestra que los humanos no sólo están pescando en aguas más profundas, sino también en niveles inferiores de la cadena alimentaria. Esto tiene implicaciones inquietantes, porque a medida que decaen los niveles inferiores, las posibilidades de recuperación de los superiores disminuyen todavía más. Los científicos hablan ahora de un "colapso generalizado" de los ecosistemas marinos. "Es probable que la continuación de las actuales tendencias conduzca a un colapso generalizado de las pesquerías", señaló Daniel Pauly, autor del nuevo estudio. "Si esto no se detiene, el fondo marino se convertirá en un depósito de chatarra dominado por plancton", advirtió.
El nuevo estudio de Pauly examinó las dietas de 220 especies de peces y a cada una les otorgó una categoría numérica en la cadena
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