COPIAPÓ.- "Panchito, a ti no te voy a mentir cómo está la cosa aquí abajo. Estamos muy mal, hay cualquier agua. El cerro cruje mucho". Así relató Víctor Segovia Rojas la situación de los 33 mineros atrapados a uno de sus familiares, en una de las cuatro cartas que les ha enviado y donde relata sus vivencias bajo tierra. Su hermano Pedro, preocupado, decidió llevarle la misiva a uno de los psicólogos del Campamento Esperanza.
Segovia, de 48 años, es además el encargado de escribir día a día un relato con todas las situaciones que han vivido desde el 5 de agosto en la mina. Tanto ha escrito, que pidió en la última carta a su hija Maritza que le envíe una lapicera y un cuaderno para continuar lo que será la bitácora del encierro.
"Se levanta, toma desayudo y escribe. Después almuerza, duerme siesta, y ahí escribe de nuevo", dice su hermano, mientras sus dos hijas comentan que les sorprendió enterarse del fundamental rol que tiene su padre en la mina. "Tan calladito como es", señala Maritza (23), una de ellas, quien cree -igual que el resto de la familia- que por lo mismo su rol está en la escritura.
De hecho, su nítida letra ya ha revelado algunos pasajes importantes de la espera. "Nos contó que fue como un terremoto el derrumbe, y después todo se llenó de polvo. De ahí esperaron un rato, y trataron de subir", cuenta Pedro sobre la primera misiva de su hermano que les llegó desde el yacimiento.
Pero además de la situación grupal, Víctor ha enviado sus profundas reflexiones y las emociones que lo embargan a 688 metros de profundidad.
"Este infierno me está matando. Trato de ser fuerte, pero cuando duermo de repente sueño que estamos en un asado y cuando despierto me encuentro en esta oscuridad eterna, que cada día te desgasta", dice en una de sus cartas.
Sin embargo, la angustia se transforma en esperanza para los Segovia cuando siguen leyendo y más abajo ven la fortaleza del minero. "Por todos ustedes voy a ser muy fuerte hasta el final. Manden mensajes más seguido, para no sentirme tan solo", agrega en el mismo trozo de papel de no más de 15 centímetros de ancho.
Esas frases son de una de las primeras cartas, explica Pedro, mientras que otro integrante del grupo sostiene una que es de una fecha posterior. "Voy a tener todas las fuerzas del mundo, porque quiero verlas para que seamos más unidos", dice la misiva dedicada a sus hijas, a quienes no para de dar las gracias y preguntar por sus nietos.
"Gracias por darme la fuerza cuando decaigo y me da miedo esta soledad. Maritza, muchas gracias por hacerme sentir que soy un héroe, si Dios quiere y salgo de aquí", añade.
"Él estaba bien para adentro, y de la preocupación pasaron a la alegría, aunque hay varios bajoneados, nos dice", cuenta Pedro.
Las cartas de Víctor cuentan, además, que él está mejor que otros, y que para ayudar a los mineros que están tristes, ellos mismos los cuidan y les tratan de dar ánimo, luego de saber que no lograrían salir por sus propios medios desde el yacimiento.
Además, comenta que están conscientes de la importancia que ha cobrado su accidente. "Farkas nos ofreció pega y cinco millones", cuenta en una de las últimas hojas que ha subido por las palomas, donde además termina su relato agradeciendo a su familia "por referirse a nosotros como los héroes del Bicentenario".
''Este infierno me está matando. Trato de ser fuerte (...) cuando despierto me encuentro en esta oscuridad eterna,
que cada día te desgasta".
ASÍ RELATA EL MINERO CÓMO VIVE EL ENCIERRO
''Gracias por darme la fuerza cuando decaigo y me da miedo esta soledad. Maritza, muchas gracias por hacerme
sentir que soy un héroe".
A UNA DE SUS DOS HIJAS, DE 23 AÑOS
Fuente:El Mercurio
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