El Banco Mundial, ha defendido permanentemente la tesis que la forma de aumentar la disponibilidad de agua, es tratándola como un producto más del suelo y del subsuelo, que como el cobre, el oro y el petróleo, debe ser explorado y desarrollado por capitales privados que tengan el aliciente de la ganancia para animarse a invertir.
En un spot publicitario que se pasa por el cable, el Banco Mundial toma el rostro y la voz de algunos niños y niñas, que inocentemente anuncian que el sueño de dicha institución es un mundo sin pobreza. Pero cuando están despiertos, los del Banco Mundial, que son siempre mucho mayores y recorridos que los de la propaganda, promueven las privatizaciones, a lo largo y ancho del mundo.
Otro sueño propagandístico del Banco Mundial es que todos los habitantes de la Tierra logren acceso al agua limpia, para mejorar su calidad de vida. Pero cuando están despiertos, los del Banco Mundial están más preocupado en las transnacionales que van a comprar en las subastas de los servicios nacionales de agua, que en ayudar a cambiar el desbalance mundial en la distribución de este vital recurso e impulsar políticas públicas y participaciones del sector privado para llegar a los que no son atendidos.
Actualmente un habitante del sur consume un promedio de 20 litros de agua por día. Un estadounidense supera los 600 litros. A la velocidad actual de consumo se llegará al final de los próximos 20 años con más de 3 mil millones de seres humanos sin acceso al agua potable. Y con una perspectiva de conflicto global por el control de las fuentes de abastecimiento, que podría ser la guerra más pavorosa que se haya conocido.
Todo esto podría evitarse de dos maneras: (a) reduciendo el sobre consumo del norte a un nivel razonable, lo que permitiría desacelerar la tendencia de agotamiento de las reservas y compartir mejor con los pobres del sur; (b) ampliando nuevas fuentes de agua para su uso planificado, evitando su depredación.
¿Qué hace y qué propone el Banco Mundial, que concentra un enorme capital para créditos y donaciones aportado globalmente, y que tiene un indiscutible poder de convencimiento sobre los gobiernos que saben que cualquier pelea con ellos equivale a chocar con la banca y las inversiones internacionales, ante este escenario de desastre que se anuncia en el horizonte? Promueve las privatizaciones.
El Banco Mundial, ha defendido permanentemente la tesis que la forma de aumentar la disponibilidad de agua, es tratándola como un producto más del suelo y del subsuelo, que como el cobre, el oro y el petróleo, debe ser explorado y desarrollado por capitales privados que tengan el aliciente de la ganancia para animarse a invertir.
Por eso hablamos de la necesidad de tener más agua y se contesta que hay que vender las empresas de agua, como si una cosa tuviera que ver con la otra. Como si alguna de las experiencias de privatización de servicios públicos, el objetivo de los compradores hubiese sido llevar el servicio al que le falta, si tienen tanto techo para explotar a los que ya están conectados.
El Banco Mundial, sin embargo, tiene su propia respuesta. La privatización conduce a llevar a nivel real el precio de venta del agua a los usuarios finales.
¿Cuál es el precio real? No el que cuesta extraerlo y distribuirlo. Sino el que el mercado esté dispuesto y en condiciones de pagar en un escenario de creciente escasez, de incapacidad de reemplazar por un sustituto y de oferta monopólica. El Banco Mundial además dice que en el largo plazo funcionará un mercado mundial del agua, tal y cual hay con el petróleo. Así que el precio real será, todo lo anterior, pero bajo condiciones de competencia en la demanda:
- mucho mayor consumo en el norte con poder adquisitivo mucho más alto que en el sur ¿cuál puede ser el resultado?
En el futuro, para que una empresa o una familia de Estados Unidos, Europa o Japón puedan seguir consumiendo los volúmenes de agua que hoy mantienen, van a tener que pagar por ello. Muy bien. Pero eso hará que los precios del mercado sean prohibitivos para una parte muy grande de la población del mundo. Les repartirán seguramente bolsas cada cierto tiempo con agua racionada. El sueño del Banco Mundial se estará pareciendo entonces a una pesadilla.
Por todo ello, además, no hay como tomar en serio la fórmula que usan los gobiernos de países como el nuestro para justificar la privatización y el sometimiento al Banco Mundial:
- como no hay dinero en la caja fiscal que prioriza el pago de la deuda externa y la compra de armamento a los países del norte, la opción que queda es privatizar. Si hay un millón de personas sin agua en Lima y más del doble en el resto del país, sólo cabe pedirle al capital privado que ponga la plata y santa solución.
Centenares, tal vez miles, de estudios se han hecho a todo costo, para llegar siempre a la misma conclusión: si quisiéramos dar servicio a todos los que no tienen, tener reservas para el largo plazo, modernizar el servicio, cambiar la tubería obsoleta y reducir las fugas, etc., se necesita tanta y tanta plata que los Estados nunca podrán hacerlo.
No se crea, sin embargo, que este es un mero error por propensión al intelectualismo. Nada que ver. Los estudios son un excelente negocio del Banco, ya que siempre se devuelve el monto prestado con sus respectivos intereses, y se logra en cambio el beneficio de comprometer gobiernos y sobre todo gobernantes, instituciones y sobre todo sus equipos técnicos, en la dirección que el Banco alienta. Muchos privatizadores han salido convencidos de los estudios del Banco Mundial, también del BID y otras multilaterales, de que la privatización es la única alternativa. Pero es legítimo preguntarse si lo que los convenció fue la investigación o el sueldo pagado por ella.
Lo mismo puede decirse del trato de prensa. La moda actual es que el Banco Mundial y sus sucedáneos inviertan en prensa. ¿Y cuál es el problema? Que tenemos una prensa que aparenta una sinceridad privatista, pero que suele recibir un pago importante por el ejercicio de esa sinceridad.
Otro efecto de los estudios es que de repente nos convencen que el problema era nuestro y mucho más grande que como lo íbamos viendo. Creíamos que el no uso del crédito japonés para la ampliación de las reservas de agua de Lima había sido la causa del atraso de los planes de expansión hacia las zonas de ocupación reciente en la ciudad y que deben consumir agua en cilindros. Creíamos que la empresa tal o cual, era mal manejada, por la interferencia de los alcaldes, el manejo político y antitécnico, las administraciones corruptas, etc.
Creíamos que había soluciones a la mano.
Pero de pronto las cifras de los estudios del Banco Mundial, irrumpen sobre nosotros y nos lanzan el mensaje de que no hay manera como el Estado, las regiones y los municipios puedan hacerse cargo del problema.
Así parece que la privatización es una bendición de dinero ajeno que anda por ahí y que es cosa de agarrarnos fuerte de ella.
No hay un plan de privatización global; hay empresas nacionales que funcionan mal y que piden a gritos ser privatizadas. Este es el cuento que vende el Banco Mundial, creyendo que también nosotros hemos terminado adormecidos en tantos años de mecedora neoliberal.