Un sistema de riego está constituido por el conjunto organizado de obras y artefactos cuyo funcionamiento, ordenadamente relacionado, permite completar las necesidades de agua de los cultivos, aportando una cantidad extra a la que cae con la lluvia.
A la hora de elegir un sistema u otro, deberemos tener en cuenta criterios técnicos y económicos, sin ignorar también factores humanos. De ahí, los numerosos factores que existen, entre los cuales cabe destacar:
- La topografía del terreno y la forma de la parcela.
- Las características físicas del suelo.
- Tipo de cultivo.
- La disponibilidad de agua.
- Calidad del agua de riego.
- Coste de la instalación.
- Disponibilidad de mano de obra.
- El efecto sobre el medio ambiente.
Actualmente son tres los métodos utilizados para aplicar el agua en el suelo: riego por superficie, riego por aspersión y riego localizado. A su vez, dentro de cada uno de ellos existen varios tipos de sistemas o variantes, cuya elección se realizará teniendo en cuenta aspectos más particulares, propios de la zona, el cultivo, costumbres, etc.
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